Residencia Personal / ECEM / 2022
Breves apuntes sobre Residencia Personal, de Facundo Pereyra.
Un documental sobre un documental que no existe. Un ensayo visual que indaga en la búsqueda de lo real en el arte. Un experimento sonoro. El retrato íntimo de un artista en pleno proceso creativo. El diario de un observador. La búsqueda permanente por atrapar y registrar un momento efímero, espontaneo, el momento en el que una idea aparece y comienza a crecer hasta convertirse en objeto físico, concreto. La cotidianeidad de un hombre solo, en una ciudad desconocida. Una invitación a mirar por la ventana y espiar la cocina donde todo sucede.
Durante el dos mil diecinueve, por motivos laborales, Facundo Pereyra, artista marplatense, pasó cuatro meses en Pinamar. Turista en una ciudad desconocida, Pereyra montó su propia residencia personal, estudio de trabajo, isla de edición y experimentación. Fueron meses en los que acumuló, de manera obsesiva, horas y horas de filmación. Desde caminatas nocturnas, hasta intervenciones callejeras, pasando por hormigas que invaden la casa y graffitis urbanos. Pero también buscó dejar el testimonio de una búsqueda, la de la esencia vital, esa materia prima que rodea una idea, la envuelve y acompaña hasta materializarla en obra.
En esta residencia no hay arriba ni abajo. No hay verdades establecidas, ideas vetadas o rutinas que seguir. Tampoco hay aires de importancia ni humildad. No hay artistas en su torre de marfil ni escritores en su torre de cristal. Hay imágenes y semejanzas, dedicación, constancia y, sobre todo, una invitación: la de perderse en calles desconocidas y abrazar lo inesperado.
Artista curioso, Pereyra camina por calles desconocidas, sin punto de referencia. Se pierde entre diagonales sin nombre y pequeños bosques que rodean su hogar temporal. Entre coleccionista y observador, Pereyra busca materiales cotidianos. Como el orfebre frente al metal, indaga en la textura, la forma, la silueta. En su residencia no hay una búsqueda preestablecida ni un “ir hacia”. El horizonte se presenta inesperado. No hay un guion a seguir, pero sí un ritmo que bailar. Las imágenes se subordinan a la música y a la vez, son las que señalan el camino de la obra.
Lucio Ferrante